martes, 4 de octubre de 2011

Gigantes de acero







Gigantes de acero / Real Steel
Director: Shawn Levy.
Actores: Hugh Jackman, Dakota Goyo, Evangeline Lilly, Kevin Durand, James Rebhorn, Olga Fonda.
Origen y año: Estados Unidos, India 2011.
Duración: 127 minutos. Apta mayores de 13 años.
Estreno en Buenos Aires: 06 de Octubre 2011.



Volvió las aventuras del padre y el hijo, las aventuras del hijo que cree que en su mascota. Volvió el cine pedorro, alérgico donde un doblaje en castellano puede afectar mucho el valor de una película. Vuelve toda esa chatarra dentro de un final y unas imágenes donde la emoción y el querer ser obra maestra discuten y rompen cualquier tipo de error y estupidez en la pantalla grande.

1. Hugh Jackman dejó Wolverine, bah, nunca lo va a dejar, por que siempre será Wolverine, y en alguna parte de la película esperaba que saque sus garras. En sí, las sacó, pero de otra manera. Hugh Jackman es una opción para disfrutar de esta película. Hugh Jackman podrá hacer de débil, pero siempre será el tipo rudo y fuerte del cine, y aquel que parece que todas les salen bien. O por lo menos, Hugh seguirá siendo el tipo que primero piensa y luego dice en el séptimo arte. Seguirá siendo el borracho que se levanta y cuando todo parece estar perdido, se transforma y saca un sonrisa desde lo mas fondo para llenar la alegría de los espectadores, aquel que esperábamos y que sólo tuvo una aparición en X-Men: primera generación. No me gusta el alpiste. Hugh acá es el padre, quién no conoce a su hijo, y que practicamente no le interesa tener una relación alguna, pero por ley deberá cuidarlo. Por algun problema especificado deberá quedarse con él durante unos días y allí aprenderán juntos a llevarse y a entenderse mutuamente. Allí se conocerá la historia de un boxeador honesta y frustrado, que pase lo que pase, siempre va para adelante. Allí le enseñará a su hijo lo que es el valor de la vida y lo que es vivir un presente y lo que es cuidarse cuando todo no puede ir hacia adelante. Lo que son los golpes de la vida, lo que es y será aprender. Lo que es amar las hamburguesas y lo que es el humor dentro de tanta tristeza.

2. La muerte de la madre de Max no parece mucho preocupar al personaje, ya que en ningún momento del comienzo se ve afectado a tener una relación con el padre, no por que no importe, si no, que por que, en sí, la mayoría de las producciones de Spielberg hablan de la familia, pero hacia el principio no se habla por que no hay interés, si no, por que el padre no desea y no choca con el tema. Hacia el final si llegará, como también se volverá a cruzar a un boxeador que vuelve a la alegría y parece ganar la batalla con un robot débil, y dando un batacazo al vencer al invicto de una creación robótica china, programada para ganar todo y no perder nada. Y de un padre que siempre se quiere ganar la vida con ese trabajo, por que en sí, lo toma como un trabajo y no como un deporte, un fanatismo, si no como un objetivo para conseguir dinero y vivir. Con su hijo aprenderá a que, su vida tendrá que ser compartida y vivida entre dos, y disfrutarla entre sí, aprendiendo cosas y dando lección a otras.

3. La película entra y cae en muchos pozos comunes sobre las películas que intentan ser emocionantes: el débil y humilde le gana al poderoso y soberbio. La líder del robot mas fuerte, desea comprar al robot débil para hacer entrenar al fuerte. Hay mucha plata en juego y el personaje de Hugh desea venderlo, el chico no acepta, y una vez mas al ganar una batalla increíble, desafía a estos a través del vocero, mientras todos los espectadores lo ovacionan. La historia del padre y del hijo. La historia del padre golpeado que ayuda a su hijo. La historia del hijo que se enoja con el padre y se va pidiéndole una oportunidad. La historia del padre que vuelve por su hijo acordándose de él intermedio de fotos. Todo eso, como en Karate kid -De Will Smith, no la original, dios, que es inigualable- pasa a un segundo plano, y ganan varias cosas, la emoción de ver como "los malos" caen ante los buenos, y como esa música infernal te mata los oídos y te hace largar una lágrima. Pero hay varias diferencias, en la de karate ganaba el reconocimiento del perdedor al entregarle el premio a aquel que -lo negativo- era el humillado, y había llegado desde muy lejos sin saber nada de pelea. En esta, ganan dos cosas, primero, que no es previsible en nada, ya que el débil no gana, pierde, pero, con humildad y deja mal parado al invicto que lo seguirá siendo pero sin el mismo respeto. Y además gana por otra claridad, que es que cuando el Jackman no Wolverine, en el último round le hace reconocimiento de copia a su robot a través de su forma de boxear, mostrando que él no está ahí volviendo a su pasado amor, si no que está ahí para divertirse y sacar una sonrisa, esa que no se le ve en toda la película y que deja caer el agua de los ojos de su hijo y su novia, quién es, la hija de quién entrenaba a este.

El desafío de hacer una película con robots, no es mas que uno fuerte, ya que, la amistad entre Max y el robot no es tan fuerte como la amistad de Max con su padre, ya que la película muestra en todo sentido que los bots son una escusa para hacer crecer una historia de amor entre un padre y su hijo, y entre el padre junto al deporte y a quién le enseño a agarrar los guantes. Y ahí está, la escena de cuando el robot agarra a Max y lo mira a la cara, el robot que lo encontró en un acantilado. Y tanto el robot como el padre le llegan en el momento perfecto a Max, quién, como el protagonista de Super 8 necesita mirar hacia adelante sin olvidar el pasado, y se seca todas esas lágrimas derramadas, viviendo un presente alentador y que lo haga olvidar de todo, mas allá de que en todo, ambos chicos vean las caras de sus madres. Ambas hablan de la vida, y ésta no es excelente por que cae en demasiados pozos infantiles y no tiene un guión tan hermoso y extenso como la de Abrams. Genialidades que se disfrutan con el pasar de las escenas.

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