Eso me llevó a ver quienes trabajaban, y ver semejante elenco de calidad, me hizo esperarla con ganas, sin siquiera saber de que trataba.
Y así fue que entré y me senté sin conocer ni la sinopsis de la película.
Mi familia es una película que tiene un tema para algunos incómodo, y lo más grandioso de toda la realización, es que hasta ellos la van a pasar bien.
No es una película sectaria, ni para un target social específico, ni sexual, ni político. Es una buena historia. Nada más y nada menos.
El elenco revalida todos sus laureles.
La pareja protagónica es perfecta. Cuanta calidad tienen Benning y Moore por Dios!!! Cuanto gesto, los detalles de las miradas, cuanta credibilidad sin caer en estereotipos predeterminados burdamente.
Mark Ruffalo está también perfecto y aporta de manera efectiva sus intervenciones.
Y que bueno que “Alice” haya estado acá, para confirmar que la elección de Burton en su momento no fue casual. La última escena de la película es recibirse de un master en actuación. Gracias Mia Wasikowska!
Pero el gran mérito de esta película, es la armonía que logra el excelente guión y la super sincronizada dirección, que hace que no le sobre ni le falte un solo minuto. Y que tiene un equilibrio perfecto entre los momentos de comedia casi involuntarios, con los de drama, que no son extremistas.
Mi familia es una historia de amor familiar común, con diálogos que son trasladables a cualquier pareja y a cualquier país.
Ojalá quede nominada para los Oscar, para que más personas se animen a verla, porque estoy seguro que la mayoría la pasará muy bien.
Esta película entra en mi top ten del año directo sin lugar a dudas, por el estado de enamoramiento que me dejó.
Da gusto ver películas así, para refrescarse con una buena historia.
Bueno, la hipótesis es que La leyenda de los guardianes -cuando logra correrse de su parábola solemne del enfrentamiento al estilo Segunda Guerra Mundial, con Nazis concentracionarios defensores de la raza aria confrontados con Aliados demócratas “del Oeste”- encuentra sus mayores logros al apoyarse en dos cosas: su imaginario visual, que por momentos deslumbra y utiliza con inteligencia el 3D (por ejemplo en las escenas de tormenta, en las peleas, en las persecuciones y en los vuelos rasantes sobre el mar embravecido) y su arquetipicidad (si se me disculpa el bárbaro neológismo) en términos narrativos, es decir, su apego a las formas más depuradas del relato clásico.
Ahí se plantea la paradoja: es que por el camino visual Snyder sigue demostrando su talento y su voluntad de generar un cine físico, material, palpable. El otro aspecto, el arquetípico, sin embargo, muestra que aquello que es pan hoy, es hambre mañana. Y esto último se debe a un tópico clave: Snyder cuenta con arquetipos, con patrones míticos en los cuales reflejarse (desde El Señor de los Anillos a Star Wars, como para empezar…), pero que al mismo tiempo no puede explotar en profundidad ¿Por qué? Porque un arquetipo no es vacío, sino que es también un personaje. Y hete aquí el histórico inconveniente del formalista Snyder: sus personajes carecen de humanidad (ok, animalidad), de tridimensionalidad, de manera que una película como La leyenda de los guardianes pierde ahí donde debía dar el salto: hacer que lo universal sea tan único y especial que nos permite volver a identificarnos como espectadores. Mientras que en una película como 300 la hipertrofia de los personajes funcionaba como un comentario irónico sobre el arquetipo heroico, aquí el asunto es distinto, por lo tanto, merece un tratamiento diferente.
El resultado, en definitiva, parece compensar la ausencia de calidez (que aquí trasunta en solemnidad con desafortunadas interrupciones de comic-relief) y de volumen dramático apelando al despliegue visual y la memoria emotiva del espectador, que encontrará en el film los ecos de otros casos anteriores. Snyder comienza a encontrar una pared cada vez más alta y una señal de alarma: volver a confiar en los personajes o abandonarlos del todo.